Cuando me di cuenta
Desde que recuerdo siempre he vivido con prisas. Cuando era pequeña, asistía al colegio mañana y tarde y llegaba a mi casa como a las siete de la tarde para hacer tarea, cenar, bañarme y dormirme, no quedaba tiempo para nada. Mas tarde cambiaron el horario y ya asistimos como lo hacen ahora y entonces llegaron las clases extracurriculares; baile, pintura, clase de piano, que por cierto odiaba. Pobre de mi maestra Ella, tampoco creo que fuese su alumna preferida, aprendía poco y a regañadientes.
Una de mis clases favoritas por la tarde era la de baile, esa si que me gustaba, el maestro era muy exigente y a final de curso hacíamos un festival. Teníamos muchos ensayos y yo a veces llevaba mis libros para estudiar, porque no había otra manera de hacerlo después.
Llegó la Universidad, las cosas empeoraron, los horarios eran complicados y entre tantas actividades dentro y fuera , el tiempo se pasaba volando.
Cuando me casé, estaba en el séptimo semestre de la carrera y bueno ni que decir, entre atender mi casa, la Universidad, siempre estaba a exceso de velocidad, además para ese entonces también había empezado a trabajar, dando clases en una escuela, donde tenía que calificar exámenes y trabajos. Me acuerdo que cuando iba al super corría por los pasillos metiendo cosas y me preocupaba que las cajas, no tuvieran gente que según yo perdían el tiempo viendo las revistas y no se apresuraban a poner sus cosas en la banda para terminar primero.
Como pueden ver todo era correr y correr, aunque debo de confesar que vivir así me encantaba, me sentía por así decirlo importante, productiva y la adrenalina siempre estaba corriendo por mi torrente sanguíneo.
Los hijos llegaron, fueron tres, las actividades lejos de disminuir aumentaron, ahora no solo era lo mío, incluso más importante lo de ellos, sus clases en la tarde, partidos de fútbol. Con frecuencia pensaba, ojalá y no les pidan nada de la papelería, eso ya era un esfuerzo mayúsculo y siempre estaban pidiendo cosas.
Con todo esto aun , me metí a estudiar la maestría y por que no, a clases de Francés, esto del francés no duro mucho, era demasiado, me dejaban mucha tarea y ahí si ya no me alcanzó, pero la maestría si la concluí a pesar que era mucho estudió y lectura, siempre me acostaba tardísimo.
Se puede decir que no vivía en el pasado pero sí en el futuro, todo lo que hacia era para progresar y vivir de una manera mas holgada mañana. Estudiar para ser un buen profesional, el Francés por si piden otro idioma, maestría para estar mejor preparado y la vida va corriendo a una velocidad vertiginosa.
Hoy, muchos de esos ciclos se cerraron, ya no hay hijos pequeños, no tienes que demostrar nada, no vas a ir a pedir ningún trabajo y te das cuenta que con lo que tienes, te alcanza y muy bien, tampoco tienes que correr para llegar a ninguna parte, con paso normal puedes llegar igual pero contemplando el paisaje, tomándote el tiempo de paladear, de agradecer por ser y tener: puedes admirar los árboles, las flores, el cielo. Comer y disfrutarlo, saber que una comida en familia y un cafecito con tus amigas no tiene precio, estar con tus mascotas, simplemente te hace feliz y lo atesoras el doble.
Entonces aunque me hago mayor mayor, admiro y valoro mucho más la vida. El pasado, solo sirve para recordar y es importante, por eso del aprendizaje y de que recordar es volver a vivir. El futuro, ya no me interesa apurarlo y mejor lo dejo donde está, solo me queda el ahora para vivirlo intensamente.
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