En estos días de encierro, creo que como muchas personas uno de mis entretenimientos más socorridos es la lectura, y curiosamente el libro que estoy leyendo que se llama “La Memoria de la Lavanda”; coincidió que tiene mucho que ver con un diplomado que estoy llevando sobre “mas allá de las pérdidas y manejo del duelo” es muy curioso por que lógicamente todas las lecturas para este diplomado han tenido de que ver con perdidas y este libro también. Es curioso que cuando decidí leerlo no tenia ni idea que este seria el tema. No pude dejar de maravillarme por la manera en que la escritora hace uso del lenguaje para expresarse de forma tan maravillosa, en sus descripciones, y en la forma tan rica que lo hace, en todos los sentidos para narrar su historia, es un libro altamente recomendable.
Ya quisiera yo escribir por lo menos cercanamente a como lo hace la autora, pero acuérdense que les dije que lo que yo escribo es desde el corazón no desde la perfección. Mas allá de lo agradable de su lectura, el contenido me llevo a muchos momentos que guardo en mi corazón y que de vez en cuando se apoderan de mí y mas cuando algo hace que resurjan en mi interior. Pues bien, este libro lo hizo. Me llevó no solo al recuerdo sino también a la reflexión.
Cuando yo era más joven, me daba miedo la muerte, bueno no tanto la muerte si no estar cerca de ell. Por ejemplo nunca había visto una persona muerta y si estaba en un velorio no me acercaba al féretro, pensaba que sería algo espantoso y que me produciría pánico, entonces prefería mantenerme alejada. Sin embargo la vida en su continua enseñanza me va llevando a momentos en que no puedes alejarte y que tienes que estar ahí para vivirlo, yo recuerdo que esto sucedió cuando murió mi hermano. Su muerte fue repentina y completamente atemporal, no tenía que morir a sus 34 años era totalmente incomprensible, pero he aprendido que nada es atemporal y a mí, me ha tocado vivir mucha pérdidas en donde yo pienso que era pronto, muy pronto para morir.
Y a pesar de todo, con muchas de estas personas tuve que estar con ellas en momentos muy cercanos a sus muertes o estar precisamente en el momento exacto en que estaban muriendo y aquello que antes me producía muchísimo miedo, al ir pasando por todas estas muertes y además siendo tan pero tan cercanas se fue convirtiendo más que en miedo en una necesidad. Hoy lo veo como un privilegio, pues te da la oportunidad de acompañar, sentir, aprender, despedirte, y desde el fondo de mi corazón pienso que es un regalo de quien se va hacia ti y también de Dios que te permite acompañar a alguien en estos momentos. Sé que no para todos esto es agradable, para mí tampoco pues significa tener que perder a esa persona y el profundo dolor que esto lleva, pero al ser inevitable yo prefiero estar ahí, eso a mí me da paz y tranquilidad en cierto modo. Como me hubiese gustado estar ahí cuando mi madre murió y acompañarla en su último suspiro, es algo que siempre me pesara.
No le tengan miedo a la muerte es parte de la vida misma. Y a pesar de todo los tienes que dejar ir.
Me gustaría mucho recibir tus comentarios, pues me enriquecerán.
Esta, es Amparo reportándose.
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