¿Cuántas heridas tenemos? Y podemos hablar de los dos tipos de heridas que conocemos; las físicas y las emocionales. Estoy convencida que las dos son importantes y las dos nos sirven para avanzar en la vidas y como no nos queda de otra, porque no podemos congelar ni siquiera un nano segundo de nuestras vidas, hay que aprender a abrazar estas heridas.
Estoy segura que si revisas tu cuerpo a detalle te encontraras cicatrices de esto que es inevitable en la vida, un día cuando un medico pediatra vio a mi nieto con un chipote en la cabeza me comentó: “va a sonar no muy bien lo que te voy a decir pero que bueno que tiene su chipote, los niños que no tienen heridas y/o chipotes no son normales o sus mamás no los dejan desarrollarse normalmente” y claro con sus reservas creo que tiene razón. Cuando te raspas, pegas, e incluso te rompes algo hay un aprendizaje brutal. Como enfrentas las cosas, como sientes el dolor, es mejor quejarme o no vale la pena y me quita energía, claro mucho de esto es inconsciente pero se aprende, incluso cuando los golpes son mas grandes; accidentes serios en donde la lesión es mas fuerte, son experiencias que no solo te dejan cicatrices en el cuerpo si no también en tu inteligencia, alma, espíritu y por así decirlo en el corazón y que coste que estoy hablando del cuerpo. Pero como dije antes también existen las otras heridas, las del alma, las del corazón, cuando alguien que querías mucho te traiciona, cuando pierdes un amor, cuando muere alguien de tu entorno que era importantísimo para ti; padres, hijos amigos, compañeros de trabajo, incluso compañeros de vida como alguna mascota y también dejan cicatrices y a veces las del cuerpo nos cuesta trabajo encontrarlas y algunas desaparecen con el tiempo, pero las del alma es mas difícil.
Yo como todos ustedes he vivido todo lo anteriormente mencionado, la muerte de mi hermano me costo siete años superarla por completo, difícil de entender y acomodar, era muy joven y con una familia recién formada. La muerte de mis padres, también muy dolorosas, muertes y muchas de amigos queridísimos que eran la familia que yo escogí. Traiciones; unas leves, otras fortísimas y de personas que se supone te tienen que querer, pero que creen de todo se sale y estas heridas te enseñas no solo algunas cosas si no millones de ellas, a veces miras hacia atrás y piensas ¿cómo pude superarlo?
Y puedes, claro, yo siempre pienso que tenemos ángeles a nuestro alrededor que nos cuidan y nos ayudan y si crees en Dios como yo pues él es el que te echa siempre la mano. Yo en mi camino siempre he tenido personas que me han ayudado y querido desinteresadamente y a los cuales les agradezco como me tomaron de la mano y me sacaron o me ayudaron a salir del agujero donde me encontraba.
¡Qué afortunada he sido!
¿Tú, que me cuentas de tus heridas?
Esta, es Amparo reportándose.
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