Esta es una primera entrega pues desgraciadamente esto no se termina nunca, mas adelante haré otras sobre el mismo tema.
Conforma la vida va pasando y las experiencias nos enseñan, aquello por lo que sufrimos, o a lo que le tenemos miedo, va cambiando de color. Cuando era pequeña a unas amigas del colegio que eran gemelas se les murió su mamá. Cuanta confusión sintió mi alma, no sabia como alguien podía vivir así y me preguntaba como podría yo si me pasara y solo la idea me hacia llorar. Mas pérdidas llegaron a mi vida, con la muerte del “Cuaquis”, un pato que tenía como mascota al cual quería con toda mi alma. Era mi compañero de juegos, me quería a mi mas que a nadie, me esperaba cuando llegaba del colegio y además era original. Otra vez la pregunta ¿cémo haré para vivir sin el? Y el dolor me volvió a invadir. Cuando murieron mis abuelos la perdida la sentí mas bien por mi mamá pues la veía muy triste y no tenía idea de como consolarla. Mas tarde cuando ya era un poco mayor, llegó una de las peores pérdidas de mi vida, la muerte de mi hermano, tan inesperada, tan fuera de contexto pues estábamos de vacaciones y ademas era muy joven. Para mi fue terrible ahora si ni como ayudarme. El era mi ejemplo, lo mas inteligente, influía en mi manera de pensar, en mi modo de actuar y aunque tenía un carácter muy fuerte era un pilar en mi vida al que quería agradar y por sobre todo amaba. Mis ojos lloraron por muchos meses, mi cabeza mas confundida que nunca, como podía superar esto ¿ como puede el mundo seguir girando si mi dolor es tan grande?¿como podrán mis sobrinos estar sin su padre y mi cuñada tan jovencita vivir sin su marido? Me costo siete años aceptarlo y medio acomodarlo en mi vida. Estos colores de la muerte eran intensos, brillantes, cegadores, rojos, amarillos naranjas no sé, revolucionarios. Seguí caminando por la vida y llegó la muerte de mi padre. En esta muerte más serena aunque la pérdida fue devastadora. Por su enfermedad era esperada, y estuvo en su casa rodeado de cuidados, cariño, atención, en fin de todo. Y aunque la tristeza me invadió lo pude acomodar mejor en mi vida, el color es azul, quizá gris. Este dolor se convierte en el esfuerzo constante de hacer que mi madre, en estos momentos, estuviera lo mas acompañada, lo mas distraída, y de ser posible lo menos triste. Qué absurdo ¿verdad? Y en esto se me va otra vez el transcurrir de mi vida.
Siguen mas pérdidas y mas colores pero esta es mi primer entrega y en la semana haré otras hasta concluirlas.
Esta es Amparo reportándose.
Comments