Yo estoy segura que he ido aprendiendo mucho de todas la generaciones que están y estuvieron a mi alrededor. Por ir en orden cronológico me preocupare por la generación de mis abuelos que estuvieron a finales del siglo XIX y principios del XX y aunque no estuve muchos años con ellos, pues mi abuelo murió cuando yo tenía 8 años y mi abuela cuando tenía 13, la convivencia fue intensa ya que vivimos con ellos.
De ellos aprendí, ahora lo sé, como su familia siempre estaba alrededor de ellos, todas las hijas, pues solo eran hijas ya casadas venían diario a rezar el rosario con sus papas incluyendo maridos e hijos. Hoy pienso y lo veo maravilloso, aunque en aquellos años los niños nos escapábamos pues rezar el Rosario no era precisamente divertido. Nos escondíamos para poder jugar. Los domingos todos venían a comer a su casa también; hijas, yernos, nietos, todos estábamos ahí los domingos. Tan fuerte fue esa tradición que la continuó mi mamá y digo mamá por que pienso que las mujeres somos las que hacemos tradiciones y en la actualidad yo también la tengo, siempre hay comida en nuestra casa los domingos y gracias a Dios por ahora casi siempre vienen todos.
A mi marido y a mi nos encanta que estén con nosotros por que al estar con nosotros también están con ellos, los hermanos se ven, platican, se cuentan, y entre todos hacemos planes; planeamos viajes que disfrutamos desde el momento mismo que lo empezamos a planear.
Yo no veo en mi entorno muchas familias que lo hagan cada domingo. Yo disfruto desde planear qué vamos a comer y qué es lo que más les podría gustar. A mi marido le encanta preparar la botana también siempre está buscando tapas en diferentes libros de recetas y se las prepara con todo el cariño y el gusto del mundo. Los dos queremos que estén contentos y pasen un rico rato.
De mis padres también aprendí muchísimo, quizá de quien más. Hoy admiro como mi padre se vino de su tierra natal con una mano atrás y otra adelante y poco a poco se fue formando un porvenir, un hombre íntegro, inteligente, esa inteligencia innata que su palabra valía más que cualquier documento firmado y los demás lo sabían y confiaban en su palabra dada. Jamás falto a ella y cuando el tiempo pasó y todos le decían que era mejor tener un documento, el contestaba, cómo va a valer más un papelucho que mi palabra, lastima que tuvo que aprender que la suya no valía igual que la de otros.
Mi madre una mujer comprometida con mi padre también muy inteligente, buenísima hija, madre, hermana, amiga, super trabajadora una mujer empática con todos, que sufrió mucho y que aun así nunca perdió su sentido en la vida. Una generación que con menos de lo que tenemos hoy hicieron muchísimo, fuertes, con convicciones sólidas, ¡Cuánto que aprender de ellos¡
Tú, ¿Te has puesto a pensar que te han dejado a ti?
Esta es Amparo reportándose
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